
Bioleft lanzó la campaña de tomate 2025/2026 con un taller virtual que reunió a evaluadorxs de más de 25 localidades a lo largo del país. La propuesta, en clave de ciencia abierta y ciudadana, refuerza el registro colaborativo y la circulación del conocimiento para tomar mejores decisiones de selección y multiplicación de semillas.
Este año la campaña se desarrollará en colaboración con un grupo de más de 30 evaluadorxs de diferentes regiones del país conformado principalmente por quienes pudieron llevar a cabo la evaluación en campañas anteriores. De este modo, Bioleft busca consolidar una red de evaluación distribuida y altamente capacitada.

En esta ocasión se evaluarán tres variedades principales: “No me olvides / Juan Domingo Perón / 56”(ya evaluado en campañas anteriores), 113 (cherry grande) y Carcione (tomate platense). Además, se incorporará la evaluación del Ronita (perita) en una experiencia territorial a partir de semillas compartidas por productorxs de la red.
Para ello, se desarrollaron herramientas de sistematización, que facilitan la toma y el registro de los datos de manera sencilla y robusta, y de formación, que contribuyen a crear capacidades técnicas y de observación entre los evaluadores. Estas últimas incluyen un kit informativo (sobre siembra, trasplante, desbrote, riego, manejo de plagas), tutoriales en video (incluyendo extracción y conservación de semillas) y un informe que recupera todos los aprendizajes y el conocimiento de la experiencia 2024/2025, y puede servir de apoyo para desarrollar este nuevo ciclo. Además se incorpora a esta campaña un grupo de WhatsApp servirá como soporte cotidiano y se organizarán las mateadas virtuales para el intercambio y el acompañamiento técnico.

Como novedad, el equipo presentó un prototipo de plataforma, que es una herramienta digital que facilitará el registro de semillas y de su intercambio. Además se comentó que se sumará a esta campaña un componente de prácticas culinarias y valor nutricional. Se propondrá, hacia el final del ciclo, un relevamiento de preparaciones y usos del tomate para sistematizar ese conocimiento que completa el circuito semilla–cultivo/producción–consumo.
Las experiencias compartidas pusieron en valor la diversidad de climas y espacios: desde balcones urbanos a invernaderos escolares y huertas comunitarias; desde heladas tardías en el sur hasta terrazas calurosas en el centro del país. Circularon buenas prácticas: diferenciar variedades y fechas, sacar fotos para facilitar el registro, imprimir planillas para campo, cuidar trasplantes delicados, asociar con albahaca y copete para manejo de plagas, elevar macetas en terrazas para evitar sobrecalentamiento, y priorizar la recuperación de semillas propias para sostener la campaña año a año.
La actividad reafirmó el sentido del mejoramiento participativo: integrar saberes de quienes producen, investigan, enseñan y consumen para seleccionar semillas más sabrosas, resilientes y adaptadas a manejos agroecológicos.